Mi profesión tiene mucho que ver con quien soy y con una de las tareas que marcan nuestro rumbo a lo largo de la vida: conocernos un poco más.
Mientras viajaba, cuando era pequeña, me fascinaba mirar tras las ventanas encendidas de los edificios. Yo creo que esa curiosidad me ha acompañado desde siempre. Sólo recientemente he descubierto que puede ser un buen recurso para apoyar a otros.
Es una curiosidad abierta al aprendizaje, es un motor de búsqueda de respuestas y de exploración de alternativas y matices.
A veces nos gustaría que las cosas fueran simples pero últimamente no dejo de pensar que esto de los detalles tiene su encanto. La complejidad marca la diferencia, no sólo nos hace más personas, más humanas, sino que además nos hace diferentes, únicos.
Esa curiosidad me mantiene en movimiento, la encuentro ahora llena de vida. Esa manía mía de explorar generosamente hasta donde podamos acompañarnos se ha convertido en uno de los cimientos de mi metodología terapéutica.
Quien tiene un problema se siente barco encallado, mirando el mismo horizonte, buscando dentro de sí alguna solución, mientras se aferra a la misma historia. Es posible que hasta hayáis dejado de buscar, que hayáis invitando a ese sufrimiento a ser vuestro compañero de viaje. He escuchado a personas en esta situación, yo misma he sentido mi vida en “off”.
La preocupación y la tristeza nos permiten parar. De nosotros depende qué hacer con ese bloqueo.
Si eliges la búsqueda de nuevas opciones, si eliges, ya le has dado a la tecla de “on”. Yo agarro esta curiosidad mía, un buen puñado de experiencia y todas tus capacidades y te acompaño a abrir tus “ventanas”.
Agregar Comentario