Incluso los profesionales debatimos sobre la idoneidad de una terapia individual o una terapia de pareja en determinados casos así que, no me extraña que ante las dificultades de convivencia, el primer debate a resolver sea el de decidir qué tipo de ayuda pedir. La intervención individual va a garantizarte un espacio de desahogo y reflexión propio que te permite obtener una visión más amplia de tus problemas actuales, así como establecer conexiones con tu pasado y con tu futuro. Descubrirás tu capacidad para establecer tus prioridades y pasar a la acción. Todo ello va a repercutir ineludiblemente en todas tus relaciones y aunque así dicho nos suene bien, este camino no está exento de riesgos, los pequeños o grandes atascos de quien no te ha acompañado en el cambio y ahora no se acompasa a tu ritmo.
Cuando la pareja está en jaque, sus dos protagonistas sufren. A veces, llevan días, meses o años ocultando el dolor y las dudas, protegiéndose con nuevas capas y convirtiendo la vida cotidiana en un campo minado. Es frecuente que se haga de todo ello una costumbre ante la que nos hemos vuelto tristemente dóciles, pero estando acompañados nos hemos quedado solos.
Por suerte o por desgracia, según el momento en que se mire, un día la disputa pasó la raya, o se abrió la puerta a un tercero o simplemente la soledad tocó techo.
Mejor pedir ayuda tarde que nunca. De uno de mis profesores escuché algo esclarecedor, siempre debiéramos llamar antes a un terapeuta que a un abogado, siempre. La diferencia radica en que la decisión de separarse nunca debe tomarse en un paso al acto, ni en un último movimiento de ataque, ya que en ese juego no se garantiza un desligamiento afectivo real. Muchas parejas separadas legalmente permanecen unidas por el conflicto durante años. Es, por tanto, una solución a medias, ¿cesó el sufrimiento?, ¿pudo cada uno aprender algo de sí mismo?, ¿hay garantías de no repetir?
La terapia de pareja, siempre se orienta a la reparación del vínculo afectivo. Cada uno por separado, uno en presencia del otro y juntos tendrán la oportunidad de tomar decisiones, todas, por supuesto, pero no sin antes observarse, escucharse y acercarse en lo más íntimo de su vida común. Después se podrá emprender otro rumbo o regresar a casa, pero siempre más ligeros de equipaje.
Son útiles las intervenciones que inciden en los hábitos de comunicación y en cómo afrontar mejoras en los conflictos cotidianos. Pero la terapia de pareja aspira a ir más allá, es preciso bucear al ritmo que la pareja permita en las emociones, comprender en profundidad la relación y cuando esto ocurre la pareja puede comenzar a dar pasos de nuevo. Siempre después de recordar el compás.
Os invito a ver un video que nos habla de ese hilo con que se teje la pareja.
Espero que os haya gustado
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